sábado, junio 21, 2008

El de al lado

Ocasiones en las que alguien o algo está en el lugar equivocado.

1) Coche de auto escuela.
Un profesor de auto escuela veterano, con kilómetros y kilómetros de asfalto acompañado tras sus pedales, iba conduciendo por las calles de Madrid desde el asiento del copiloto. Esto no parece extraño, ya que los coches de autoescuela van dotados de sendos juegos de pedales en ambos sitios pero, en cambio, carecen de volante. Nuestro profesor modelo iba tan encantado de su proeza que se permitía incluso echar broncas y pitar a otros conductores que, atónitos, veían un coche circular sin conductor en el puesto principal. Este hombre era el profesor más prestigioso de una de las autoescuelas más conocidas de Madrid (Verídico)

2) La cantante oxigenada .
En un pueblo de la sierra madrileña. Los miembros de una escuela de música hacen su fiesta de fin de curso y presentan algunos temas ensayados durante meses para mostrar a profesores, amigos, familia y demás sus avances. Entre ellos aparece un grupito de cinco o seis chicas que forman un grupo de rock espinilloso con gracia. Todas con imagen calcada de otras estrellas de la música internacional. Tocan con desparpajo y gracia excepto la chica que canta. Decir que desafinaba es insultar a la gente que desafina con arte. La chica, eso sí, muy mona, muy pintada, muy tonta, muy acostumbrada a ser la niña bonita objeto de miradas de muchos espejos sin dar suerte en los bingos. Pero claro, hija de la amiga íntima de la concejal de cultura. Desde aquí, mi solidaridad con los bajistas, guitarristas, pianistas, percusionistas, etc, con más talento que los cantantes de imagen bella. (Verídico)

3) Ya que estamos.
Noche en cualquier garito de Madrid. Nuestro protagonista ha conocido a dos bellezas colombianas. Llevaba tanto tiempo sin disfrutar de esos momentos de seducción y conquista que se sintió plenamente exaltado y realizado. Por fin se le presentaba esa oportunidad de disfrutar de una belleza natural por sus propios medios. Tras horas de baile, sudor y alcohol, tuvo en su mano, nunca mejor dicho, la oportunidad de elegir entre Andrea y Judith. Las dos le gustaban mucho y eran preciosas. Dudó hasta el final, pero finalmente se decantó por Andrea. Judith le miró con una sonrisa entre cómplice e irónica. Tras un corto viaje en el coche de nuestro protagonista llegaron a casa de Andrea. En cuanto dejaron llevarse por el deseo, apareció Andrés. La transformación instantánea no hizo detenerse a nuestro protagonista. Y dijo la célebre frase, "ya que estamos..." (Adaptado)

2 comentarios:

  1. Anónimo20:38

    Hombre, verídico, verídico... tampoco. Pero ya que estamos...

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  2. Así son las cosas y así las deformamos.

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