lunes, abril 28, 2008

sábado, abril 26, 2008

Cajón desastre y memoria

Es un ejercicio saludable hacer una pequeña limpieza y reorganización de cajones con cierta regularidad. A no ser que uno sea un tipo organizado con los cajones bien puestos, que no es el caso. Rebuscando entre cajones en un proceso mitad limpieza, mitad nostalgia, uno se encuentra objetos de utilidad dudosa que van apareciendo aleatoriamente trayendo consigo momentos, personas, olores y en algunos casos vida propia (literalmente)...


Un dado verde
Hubo un periodo en la niñez en el que nos pasábamos el día haciendo apuestas con un dado: "Si sacas menos de un 6, no conocerás al amor de tu vida", "si sacas entre 2 ó un 3 te toca la Lotería seguro", "si sacas impar... bla bla bla". El dado, que por sí mismo sólo sirve como complemento de juegos de azar como el Risk, como adorno de coche o como símbolo de discoteca, tenía mucho más sentido que nuestras estúpidas propuestas. Sobretodo por la actitud poco optimista de otorgarle únicamente un 16,6% de probabilidad a encontrar "el amor de nuestra vida" y en cambio, ser tan ilusos de ortorgarle un 33% a "obtener un premio de la Lotería".
Era mucho más fácil conquistar Europa, Asia y América en el Risk desde luego.

Una bola de cristal
Realmente, no era una bola de cristal, sino una pequeña bolita de cristal. A pesar de este hecho, su función era la misma: intentar adivinar el futuro. Lo que ocurre es que por sus reducidas dimensiones, era imposible ser ambicioso y desear grandes fortunas. Todo era pequeño. Eso dio un enfoque realista a nuestra vida, ya que era mejor mirar con nuestros propios ojos la vida y no a través de esa bola ridícula que empequeñecía nuestros deseos futuros.
Lo cierto es que muchos años después, tal vez, la bola no estuviera tan equivocada y no todo el mundo podía ser astronauta, teclista de U2 o presidente del Gobierno. Aunque, quizá esto último, visto lo visto, sí.






Las cintas de U2
El otro día, cientos y cientos de cintas de U2 fueron a parar a la basura después de 20 años con ellas. Un hecho que puede parecer intrascendente, pero mientras las tiraba, viéndolas por momentos una a una; Boulder 6/6/83, Auckland 1/9/84, Madrid 15/7/87, algo se rompía en el interior. Cintas con conciertos de todas sus giras hasta el año '97, portadas personalizadas con recortes de mil revistas de todo el mundo, grabaciones en tiempo real, horas y horas de dedicación y disfrute, de intercambios con gente de todo el mundo; desde Bari a Sydney, desde Barcelona a Buenos Aires, desde Denver a Rotterdam. Toda una red de intercambio de persona a persona sin burra de carga de ayuda, ni traspaso instantáneo de datos.
Muchos años después, como tantas otras labores artesanas (salvando las distancias) eclipsadas por la tecnología o la cultura de la inmediatez, las cintas han dejado de tener sentido.

En la actualidad, no hay necesidad de cajones para guardar nuestros discos, fotos o películas. Basta un chip, una memoria o un disco duro. Por suerte, aún hay algo intangible que sigue cogiendo polvo y se sigue descolocando en nuestro cerebro, que nos identifica y distingue, y que nos permite seguir siendo únicos y clonables.