Hans J. Massaquoi tuvo la mala suerte de nacer en la Alemania del emergente nazismo con una característica diferencial que le impidió conjugar sus deseos con la realidad. Fascinado por la figura del carismático Adolf Hitler, como tantos otros jóvenes incautos alemanes, intentó ingresar en las juventudes hitlerianas que se mostraban orgullosas como la savia nueva para perpetuar el terrorífico plan que llevaba a cabo semejante personaje.
El problema que tenía el bueno e inocente de Hans era que su padre era liberiano y su madre alemana, lo que unido a los caprichos cromosomáticos hizo que su piel fuera negra. Lo curioso del caso es que le costó mucho tiempo, y muchos disgustos, entender que su color de piel le impedía cumplir una de las bases del nazismo, que era la supuesta pureza de la sangre y otras idioteces más relacionadas con la supremacía de una razas sobre otras. Otro dato sorprendente del caso es que logró escabullirse de las redadas, castigos y demás acciones represivas del régimen. Fue considerado un ciudadano de segunda clase y fue motivo de burlas ocasionales, pero ese dato, como comentan en muchos artículos referidos al caso, era una suerte en aquéllos tiempos.
Todo recogido en: "Testigo de raza: un negro en la Alemania nazi" de Hans J. Massaquoi, escrito en su residencia de Nueva York.
Salif Keita nació en Malí dentro del seno de una familia de linaje real aunque humilde por el devenir de la historia. Lo que parecía ser una bendición en una tierra donde las oportunidades no son democráticas normalmente, resultó ser un ancla vital.
Salif nació albino y ese pequeño detalle, en la cultura mandinga, es signo de mal fario y fatalidad. Por este motivo, los habitantes de su pueblo exigían su sacrificio y escupían a su paso. Gracias, en parte, a la posición social de su familia pudo evitar la muerte a manos de los fanáticos de la brujería y la superstición. Además de albino en el África negra, Salif tenía problemas de visión... y una voz divina.
Para evitar su muerte, la familia le invitó a trabajar como lazarillo de una anciana ciega del pueblo que purificaría su imagen maldita. Al mismo tiempo, la carrera musical que intentaba desarrollar por su extrema sensibilidad, estaba reñida con esa misma sangre de estirpe divina que evitó su muerte en ocasiones, la cual impedía que se dedicara a la música. Tras años de oscuridad y lucha interna y externa, Salif se armó de valor y se fue de su tierra para dedicarse a su pasión.
Muchos años después regresó como uno de los artistas más importantes de África.
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Ser bueno y parecer malo. Ganar y no merecerlo. Creerte campeón jugando con perdedores. Estar alejado estando en el centro. Vivir del pasado llorando el presente ... pero tranquilo, todavía queda futuro para poder "re-ubicarse".
ResponderEliminarVisca el Barça, Viscaaaa!!! :D
Bonita entrada. Por cierto, hace una semana desembarcó en patera un niño albino, ... repudiado, desplazado ... abrasado.
Tan desubicado como el fútbol y la belleza. Desde que se me retiró Zidane, el fútbol no me interesa como antes ;)
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