viernes, agosto 22, 2008

Avispados

Parte de guerra. Día 1

Aprovechando una grieta de la terraza, unas cuantas avispas (de la subespecie Vespa, para más información) deciden fijar su residencia de verano allí. El modus operandi es siempre el mismo. Una reina, elige el sitio donde fijará su pequeño palacete y después obreras, inseminadores y demás estamentos irán llegando poco a poco. Las reinas son las únicas que permanecen vivas durante el invierno por lo que una vez que fijan su domicilio, cuan okupas, es difícil echarlas. Sólo les falta hacer graffitis y llevar perros y flautas. Hay que decir, que también existen avispas independientes que hacen residencias unipersonales y que no dependen del orden establecido en un avispero por una reina.



Con restos de madera vieja y otros materiales mezclado con segregaciones propias logran fabricar una especie de material parecido al papel con el que van construyendo sus celdas, y como ocurre en el mundo animal (humano a veces), dependiendo de su rango, éste tendrá mayor o menor espacio. La monarquía siempre sale bien parada por derechos adquiridos años atrás.



Una vez fijan su residencia, las avispas, cuan nacionalistas de postín, ejercen de vigilantes y cuidadoras de su territorio, aunque éste sea tu lugar habitual de esparcimiento. Grupos de ecologistas y amantes de las avispas (?) recomiendan que se aprenda a vivir con ellas, que sólo atacan si consideran que su avispero está en peligro y que además, ya que son carnívoras, sirven para acabar con algunos tipos de pulgones y demás residentes (probablemente pulgones sin visado) Lógicamente, me importan tres co#@... estos especialistas y sus consejos por lo que pasamos directamente al plan de choque.


Estudiando vehementemente su vida a través de documentales, foros, blogs de perseguidores de avispas y demás, sabemos que su periodo de inactividad se inicia con el crepúsculo y tiene su punto de menor actividad en las primeras horas de la mañana cuando la humedad las deja entumecidas. Es ahí cuando se debe llevar a cabo cualquier acto. Descartamos sabios consejos de foreros de utilizar gasoil para quemarlas, humo para ahuyentarlas, intentar llegar a un acuerdo negociado (por cierto; Ibarretxe y Urkullu parecen nombres de avispa) y algunos más.

Llegamos a la conclusión de que es mejor utilizar tácticas como los romanos. Nada de utilizar la fuerza bruta, sino aprovechar sabiamente el terreno y las circunstancias...


La primera acción tiene lugar en una enredadera donde un pequeño nido de avispas (no confundir con el de la grieta) va creciendo cada día. Dos cazadores expertos; el héroe mitológico Sigfriles y la heroína local Marie Colmenarc logran introducir en una bolsa el pequeño avispero y sus ocupantes. Soy yo, y asumo mi responsabilidad, el que decide hacer una demostración de fuerza y procedo al sacrificio inmediatamente. Piso suavemente la bolsa una o varias veces para aplanar sus ánimos. El resultado es una serie de sellos de avispa y una trinchera menos.

Es importante no dejar rastro, ya que al parecer, cuando son atacadas y al morir, expulsan un líquido que sirve de reclamo para otras colonias. La explicación es que las avispas suelen crear redes interconectadas de avisperos, aunque cada colonia elija algún vertedero o campo para alimentarse, lugar que no cambiarán. Por este motivo, no sigo con la idea de dejar una avispa alisada en la entrada de la grieta como aviso.


Esa noche, celebramos la gesta hasta altas horas de la madrugada. Pero esta batalla era sólo el inicio de una cruenta guerra.



Día 2 y 3

Aprovechando la noche decidimos sellar con silicona (cada vez más cara por la cantidad de cirugías) la grieta del avispero y otras cercanas. Al día siguiente, avispas obreras intentan entrar en lo que era su avispero con desesperación. Una avispa de mala leche no debe ser buena compañera de cocktail fijo. Lo que parece una victoria definitiva, pronto se transforma en desolación cuando una reina empieza a investigar por la terraza del ático que tanto le gusta buscando otros huecos. Sorprendentemente, una de las grietas selladas, tiene un pequeño resquicio por el que empiezan a entrar de nuevo. Y todo el trabajo de la noche anterior se torna baldío.

Durante las horas de mayor calor es cuando tienen su máxima actividad y lógicamente, más peligrosas son en caso de conflicto. Decidimos esperar nuevamente a la noche para proseguir con el sellado de grietas. Me acuerdo de la familia de algunos ecologistas y de la sociedad protectora de avispas. También recuerdo la sensación orgásmica al pisar el otro avispero jornadas atrás. Se equilibra el espíritu.


Nuevamente, cuando llega la noche, a pesar del bajo ánimo en las tropas, volvemos a sellar cualquier resquicio de agujero que vemos y que no estropee la decoración que Marie Colmenarc quiere en su terraza. Craso error. Al día siguiente, nuevas obreras pululan por la terraza buscando nuevos huecos, a pesar de haber perdido muchas unidades. Por acuerdo común decidimos comprar un spray que perjudica el medio ambiente pero que al parecer, tiene un 97% de efectividad (buen dato salvo que tengas en casa el 3% restante) funcionando incluso en exteriores. Aunque en algún momento de la reunión sopesamos irnos de alquiler a una casa sin grietas y dejar en usufructo la terraza a las avispas, decidimos rociar toda la terraza con spray sabiendo que Al Gore se hará cruces en su casa ecológica en el USA.



Día 4

Sin novedad en el frente de momento. Parece que el insecticida y la pérdida de unidades han hecho mella en las pequeñas cabronas mordedoras. Volvemos a tomar aperitivos en paz sin tener que mirar cara a cara a ninguna de ellas...


7 comentarios:

  1. Anónimo09:31

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  2. Anónimo10:32

    ¿Podrías describir de forma detallada qué entiendes por "pisar suavemente"? Gracias

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  3. Es pisar desde el talón a la puntera sintiendo cada milímetro de avispa y su crujiente final. Pero con cariño por las lámparas de los vecinos.

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  4. Estabas aburrido?

    Yo las tengo en mi patio cada año y llevamos una convivencia pacífica sin problemas. Es más, te diré que observarlas es aún mejor antídoto para el aburrimiento.

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  5. Digamos que la elección del avispero no era la perfecta. Estando en el tejado o a media altura, sin problemas. Y de aburrido nada! Ha sido muy divertido estudiarlas. Lo de convivir con ellas ni plantearlo ;)

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  6. Ay, querido, lo que nos hemos acordado de vosotros esta semana...

    En nuestra terracita también empezaron a proliferar estas cabronas mordedoras. Buscamos y hallamos el nido, junto a la caldera. Por suerte no se alojaban en el interior de grieta alguna, sino que se habían construido un adosado estupendo.

    Aprovechando la ausencia de sus habitantes, y con unas pinzas de la cocina, arrancamos el nido -grandecito, por cierto- y optamos por una BBQ, aun a riesgo de incendiar la terraza.

    Las avispas volvieron, y parece que se resignaban a abandonar nuestra terracita. Un bote de spray hizo el resto, aunque nos costó tres días y varias bajas en el ejército enemigo.

    Desde hace un par de días no se las ha vuelto a ver por aquí, por lo que crucemos los dedos...

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  7. Cruza bien los dedos porque la pequeña victoria no indica nada Rober. En la terraza siguen viniendo de vez en cuando algunas a visitar a sus caídas, en plan tumba de Jim Morrison en el maravillos cementerio de Pere Lachaise. Abrazos

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