jueves, diciembre 07, 2006

William Butler Yeats - Poemas




Efímero

"Tus ojos que antaño nunca se cansaron de los míos,
se inclinan con pesar bajo tus párpados oscilantes,
porque nuestro amor declina."
Y responde ella:
"Aunque nuestro amos se desvanezca,
permanezcamos
junto al borde solitario del lago una vez más,
juntos en esta amable hora
cuando la Pasión, pobre criatura cansada, cae dormida.
¡Qué lejos parecen las estrellas, y qué lejos
nuestro primer beso, y ah, qué viejo mi corazón".

Pensativos pasean junto a las marchitas hojas,
mientras él lentamente, con su mano sosteniendo la de ella,
replica:
"La Pasión ha consumido con frecuencia nuestros
errantes corazones".

Los bosques los rodeaban, y las amarillentas hojas
caían en la penumbra como desvaídos meteoros, y
entonces
un conejo viejo y cojo renqueó camino abajo;
sobre él, el otoño: y ahora se detienen
a la orilla del solitario lago una vez más:
Volviéndose, vio que ella había arrojado las hojas
muertas,
húmedas como sus ojos y en silencio recogidas
sobre su pecho y su pelo.
"Ah, no te lamentes, dijo él,
"Que estamos cansados, pues otros amores nos
esperan;
odiemos y amemos a través del tiempo imperturbable,
frente a nosotros yace la eternidad; nuestras almas
son amor, y un continuo adiós."

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Un recuerdo de juventud

Pasó el tiempo como en un teatro;
Conseguí la sabiduría que aporta el amor;
tuve mi parte del ingenio materno,
y a pesar de todo lo que yo pudiera decir,
y a pesar de que por todo ello ella me alabara,
una nube arrastrada por el aniquilador viento del Norte
ocultó de repente la luna del Amor.

Creyendo cada palabra que dije,
alabé su cuerpo y su mente
hasta que el orgullo abrillantó sus ojos,
y el placer enrojeció sus mejillas,
y la vanidad aligeró sus pasos,
más nosotros, a pesar de este elogio, nada
encontramos
salvo la oscuridad en lo alto.

Nos sentamos silenciosos como piedras,
sabíamos, aunque ella no hubiera dicho una palabra,
que incluso el mejor amor debe morir,
y hubiera sido salvajemente deshecho,
si no fuera porque el Amor bajo el canto
del más ridículo pajarillo
arrancara de las nubes su maravillosa luna.

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Una canción para beber

El vino entra en la boca
y el amor entra en los ojos;
es todo lo que en verdad conocemos.
Antes de que envejezcamos y muramos.
Llevo el vaso a mi boca,
y te miro, y suspiro.

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